Carlos Mantilla McCormick
Antecedentes: Son diversos los retos de la industria petrolera, como diversas las maneras de superarlos y, por supuesto, las responsabilidades de los gestores. No obstante los importantes logros alcanzados, debe persistirse para evitar debilitamientos en el esfuerzo de alcanzar una condición cómoda de autoabastecimiento y de largo aliento en los ingresos fiscales que requiere la economía nacional.
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Hablar de retos es hacer reflexiones sobre metas y condiciones óptimas y, en especial, llamar la atención de las autoridades que tienen la responsabilidad de diseñar o mantener una política, de aplicar correctivos o de solucionar tropiezos para el buen desarrollo de la industria.
Algunos de los que adelante se mencionan, han quedado descritos en las interesantes publicaciones de la Asociación Colombiana del Petróleo, ACP Hidrocarburos, Informe Estadístico Petrolero e Informe de Gestión social, con las que el gremio, según se señala en su editorial, quiere informar y dar a conocer su posición con respecto a los temas allí.
El desafío que genera más atención es el de alcanzar un incremento en las reservas de hidrocarburos, ya que los 2.259 Millones de Barriles no ofrecen tranquilidad en cuanto a la perspectiva de ser deficitarios en tan solo 7 años, si es que no se logran importantes descubrimientos. Se cuenta con la apuesta que ha hecho la ANH con la actual Ronda, incluyendo los yacimientos no convencionales y las áreas marítimas, no obstante los plazos que tales proyectos demandan. Corresponde a las empresas efectuar los trabajos para descubrir, con su técnica y esfuerzo económico. Pero para llegar a que las empresas puedan hacer esos trabajos han tenido que ocurrir una serie de situaciones que, precisamente, originan otros retos.
Es ya un lugar común la necesidad de solucionar los tropiezos con el trámite de las licencias ambientales. Varios diagnósticos y varias soluciones obligan a mejorar los recursos y procesos con que cuenta la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales para atender la mayor actividad que se ha visto en el sector y a mejorar los estudios ambientales que presentan las empresas.
Las relaciones de los proyectos con las comunidades, a juzgar por las continuas situaciones que deben ser atendidas, son uno de los desafíos más difíciles de solucionar. No sólo la Consulta Previa con las minorías étnicas que, por sí sola, ya implica un alto esfuerzo para cumplir con las expectativas de los consultados y de las empresas, con grandes incertidumbres sobre su buen logro. Adicionalmente se encuentran los reclamos de las comunidades vecinas a los proyectos que ven la oportunidad de obtener empleo, atención del gobierno a sus necesidades de infraestructura vial o a sus necesidades básicas no satisfechas.
Otro reto muy colombiano es el de lograr condiciones de seguridad para las personas e instalaciones de la industria. Los atentados contra trabajadores, nacionales y extranjeros, caravanas, oleoductos, torres de energía, afectan la inversión en Colombia, la consecución de las metas de producción, y generan mayores costos sociales y materiales.
La insuficiencia de las instalaciones para el transporte de hidrocarburos es uno de los problemas que parece tener solución en el mediano plazo, cuando se culminen los proyectos de construcción de oleoductos que ya están en marcha. Hasta que se llegue a ese momento, las limitaciones se traducirán en menor producción, en mayor uso de carreteras con los inconvenientes que ello genera para las comunidades y el mayor costo para operadores y el gobierno.
La estabilidad en las reglas se invoca para evitar nuevos tributos y cargas o se reflexionen las nuevas exigencias ambientales y técnicas. En este sentido, las ideas de restringir áreas, incrementar las regalías o de imponer peajes especiales para la industria petrolera desalienta a los que confían en la fama del país sobre la estabilidad en las reglas de juego.
No son pocos ni fáciles estos desafíos, pero hace una década la situación era más difícil.